Ironía y silencio en una historia que nos habla de muerte y corrupción
El director de Perro Come Perro se atreve a contar con un humor negro un tema tan difícil y doloroso para nuestra sociedad como son las masacres. Esta cinta es la voz de los muertos olvidados del conflicto. Y lo hace con una efectiva narración que acompaña de una puesta en escena un tanto teatral, con largos y dicientes silencios, pero sobre todo con honestidad y valor para embarcarse en una historia necesaria que, sinceramente, está lejos de interesarle al indolente público colombiano.
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